jueves, 8 de julio de 2010

El partido


España es finalista de la Copa del Mundo. Venció 0-1 a Alemania, dando una lección de fútbol, de toque, de tiki-taka.

Fue algo extraño encontrarme tan lejos. Si bien aquí todos querían que ganara la Roja, el orgullo herido de los argentinos por haber sido eliminados, provocaba un aire de cierta indiferencia, por lo que el ambiente era frio. ¡¡Pero la emoción se lleva por dentro!!

Con el gol de Puyol, abracé y grité, desde un café de la avenida de Mayo, desde la distancia, a mi hermano, a mi padre... con quienes he sufrido, sin olvidar a mi madre y mi hermana, y vivido emociones intensas, tristezas y alegrías, en un mundo tan dificil e hijo de puta como es este del fútbol. Es por este motivo, por lo que se me hace extraño sufrir tanto, a miles de kilómetros, sin poder gritar a su lado, sin poder abrazarnos con los goles de la selección, los nervios de las ocasiones del rival, con la alegría del triunfo, de lo conseguido...

Nadie mejor que un entrenador modesto y humilde y su familia, que vive cada partido al límite, ya que de ello depende su bienestar, saben lo que significa una derrota, los nervios de las ocasiones rivales, los gritos de alegría de los goles locales, del triunfo conseguido, de la satisfacción del trabajo bien hecho...

Por ello, el estar lejos en un momento tan lindo para el fútbol, para el verdadero fútbol, no el de los negocios estratosféricos, ni los lujos de las concentraciones, se hace tan dificil. Creo que, la Roja no simboliza ni representa al fútbol español, pero sí sus éxitos, ya que en ellos se sienten representados todos aquellos que viven el futbol como una profesión y como un amor, por el que se pasan meses sin cobrar, años alejados de su gente, recorriendo la geografía española en busca de un sueño, que hoy, quizás, está más cerca...

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